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3.1.1. Antecedentes de la gestión

¿Cómo surge la gestión pública? A lo largo de los años, la administración pública ha enseñado diferentes aspectos de la acción gubernamental. A principios del siglo XX el Estado se centralizaba en el modelo de Estado vigilante, interesado en garantizar la seguridad y soberanía de los ciudadanos, se trata de un Estado que se regía estrictamente por la norma jurídica, y hacia lo que la norma le permitía. Posteriormente, a partir de la década de los treinta, en gran parte de los países capitalistas la idea del Estado cambio hacia el modelo del Estado benefactor, en esta fase el Estado estaba dirigido a ofrecer bienes públicos básicos, como educación, salud, vivienda, entre algunos otros. Es aquí cuando los aparatos gubernamentales fueron creciendo para tener cobertura de los servicios básicos, convirtiéndose en grandes aparatos de producción de servicios.

En la segunda mitad de siglo XX, la intervención estatal se amplía a diversos sectores de actividad, en esta etapa la norma jurídica queda atrás dando lugar a los consensos que los actores políticos en turno consideraban estratégicos para el desarrollo económico. Es la fase amplia del Estado benefactor, también llamado Estado omnipresente. En esta fase crecen las dependencias ya existentes y surgen otras nuevas, las dependencias gubernamentales comienzan a dividirse, disputándose los espacios y los recursos, los cuales comienzan a escasearse a causa del déficit público provocado por la excesiva intervención estatal. Por tanto, la acción gubernamental se vuelve más interactiva involucrándose con agentes y agencias no gubernamentales, se percibe un escenario de espacios que se definen por la interacción de actores que alteran la actividad de las dependencias y las obligan a desplegar capacidades para adaptarse a dichos cambios (Cabrero,1998).

Antecedentes de la gestión pública.

A partir de los años sesenta nace la escuela de las políticas públicas, área disciplinaria que surge de la necesidad de comprender una realidad compleja y difusa que aquella en la que surgió la administración pública. Una vez que el Estado omnipresente entra en una difícil crisis de legitimidad, a fines de la década de los setenta, se inicia nuevamente la reconfiguración del aparato estatal. Surge el Estado modesto o llamado también Estado regulador, comprometido con la articulación de los esfuerzos de los actores, es en este escenario lo público deja de ser un monopolio estatal que rescata su naturaleza original, para convertirse en un espacio para el conjunto de individuos, agencias y agentes de una sociedad, dentro del cual las dependencias gubernamentales son sólo uno de los componentes.

Por lo anterior, la hechura de las políticas públicas y de los programas gubernamentales se lleva a cabo mediante agentes no gubernamentales. Es por eso que de nada sirven las dependencias subordinadas al gobernante, pues son incapaces de sobrevivir a cambios agresivos en su planeación, es preferible tener dependencias que funcionen con altos grados de profesionalización, haciendo bien lo que les corresponde hacer, aunque el gobierno central no pueda intervenir en ellas como quisiera.

Se cree que los problemas primordiales de una dependencia gubernamental se relacionan con (Cabrero,1998):

Bajo estos cuestionamientos se constituye el supuesto de que un buen gobierno se da cuando el conjunto de dependencias funciona con:

  • Eficiencia en el ejercicio de los fondos públicos.
  • Eficacia en la interacción con agentes y agencias externos.
  • Legitimidad en la prestación del bien o servicio que produce (es decir, la satisfacción al cliente y la rendición de cuentas).

En el origen de la gestión pública se explica gran parte de las carencias teóricas en torno a su progreso, ya que esta se ha ido desarrollando rápidamente adaptándose a la realidad, es decir, mediante el análisis de experiencias de gestión y el estudio de casos, esta área se ha desarrollado en torno a la perspectiva de una ciencia social.

La evolución de la gestión cambió la organización de la administración pública, ya que la gestión es el órgano primordial de la actividad administrativa. La gestión pública está orientada a las políticas de gobierno y proporciona las capacidades tecnológicas, organizativas y funcionales para que las decisiones y las acciones de gobierno tengan, no sólo la lógica argumentativa sino, la consistencia en el momento de su implementación (Cabrero, 1998).

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