La gestión pública adquiere una nueva forma de estudio y de ejecución de las políticas públicas, cuyo arraigo proviene de las corrientes de pensamiento del Estado como organización, y cuyas actividades en términos de eficiencia y eficacia, dan respuestas a las necesidades de la población. Si recuerdas, la incorporación de los sistemas administrativos involucrados en la visión empresarial sobre la administración pública, viene a constituir lo que se denomina la dinámica del Estado moderno, ágil y transparente, por lo tanto, se está hablando de una Gerencia pública constituida por la Administración pública, cuya perspectiva será la de incorporar las mejores prácticas en el ejercicio de sus acciones gubernamentales.

La gestión pública adquiere una dinámica permanente y acorde a la evolución de la propia sociedad, ya que es esta última quien exige, a través de sus grupos de presión, la satisfacción de necesidades que cada día son más diversificadas, como resultado de la evolución de la propia comunidad. En la medida que las organizaciones van tomando una estructura cada vez más compleja, y sus relaciones interactivas, tanto de manera interior como hacia el exterior, exigen actividades prontas y expeditas, así como el manejo de la información cada vez con mayor agilidad, certeza y oportunidad, principalmente para la toma de decisiones en la implantación de políticas públicas, es necesario contar con sistemas de información modernos y a la vanguardia de las economías del mundo.

La revolución de tecnologías de la información capaces de establecer de manera globalizada la comunicación entre los diferentes países del mundo, es un claro ejemplo del significado de la evolución de las sociedades, por lo tanto, el Estado, como administrador de la gestión pública, debe contar con sistemas de información, con la capacidad suficiente para responder a las demandas sociales, y cuya comunicación permita una rendición de cuentas y la transparencia de su actuar.

El fenómeno de la revolución de los sistemas informáticos influyó cada vez más en el mundo, haciendo que la interacción entre los individuos en cuanto a lo político, económico, social, científico y técnico, entre otros campos de estudio, exigiera a los gobiernos responder rápidamente para atender las demandas de una ciudadanía más consciente, informada y participativa.

Si se habla de la evolución de la sociedad, y con ello del propio Estado, este último logró tal proceso mediante la aplicación de reformas administrativas que lo condujeron al desarrollo de nuevas tecnologías, en particular la informática y la telemática, ofreciendo al mismo tiempo la oportunidad y los medios para hacer más eficiente el funcionamiento de las instituciones públicas, además de favorecer la modernización del aparato administrativo gubernamental. La inserción de la economía mexicana en el llamado proceso de globalización exige mayor capacidad competitiva a los sectores público y privado, a fin de pasar a constituir un Estado dinámico y participativo, para mantener dicha economía en el mercado internacional, con signos de competitividad y avances tecnológicos para la productividad y estabilidad de sus instituciones.

En el caso de la gestión pública fue necesario y urgente impulsar su modernización integral con el fin de mejorar los resultados y mantener la efectividad de la acción gubernamental. Esta tarea llevó varios años, ya que a partir de los años setentas, la reforma administrativa constituyó la tarea principal del gobierno federal en turno, cuya responsabilidad recayó en manos de la Presidencia de la República (Carrillo, 1985, p. 16).

El sector gubernamental en México se ha transformado a lo largo de los años, sus estructuras y organizaciones, cada vez más, requieren contar con sistemas de información de gestión, transparencia y rendición de cuentas para una ciudadanía cada vez más exigente de la conducta del gobierno.

Las organizaciones se hacen cada vez más sensibles a la necesidad de contar con sistemas de información de gestión, debido en gran medida al entorno cambiante y a un continuo proceso globalizador; todo este proceso provoca que los directivos tengan la necesidad de adecuar las estructuras de sus organizaciones a los cambios, y por tanto, deban planificar, controlar y gestionar cada vez mejor.

Las reformas al Estado son procesos inducidos cuyos objetivos esenciales buscan que el Estado asegure su supervivencia y su funcionalidad ante los incesantes cambios económicos, políticos y sociales de cada país. La referencia a reformas estatales en otros países permite identificar logros, fracasos y deficiencias. “El actual proceso mundial de reformas del Estado, dominado por los planteamientos del pensamiento neoliberal, responde al agotamiento de las políticas económicas, sociales y a los arreglos políticos prevalecientes hasta fines de los sesenta y comienzos de los setenta” (Flores, 2003, p.1).

En cuanto a la reforma administrativa, el Estado tuvo la necesidad de adaptarse a los nuevos esquemas de administración, cada vez más sofisticados. Temas como la Teoría de sistemas, la administración estratégica y la administración por objetivos, entre otros, crearon la necesidad de contar con gerentes públicos, ya no solo especializados en temas relacionados con sus distintas profesiones, sino que se buscó contar con mano de obra calificada en sistemas de información, generando información confiable, oportuna y con transparencia en las acciones gubernamentales.