Unidad
02

2.1. La Revolución Mexicana

Para el positivismo, el estallido de la Revolución mexicana en 1910 fue un problema grave difícil de explicar, pues se suponía que el país ya había transitado por los estadios teológico y metafísico y se encaminaba inexorablemente hacia el positivo.

Una primera respuesta la brinda el ingeniero Agustín Aragón, quien, desde su postura positivista, afirmaba que la causa del padecimiento social que desembocó en la Revolución era la falta de libertad que se vivía en todos los ámbitos de la vida nacional: política, de pensamiento, en el comercio, etc. La solución a esas “dolorosas colisiones que por necesidad nos prepara la anarquía” –como definió Comte los hechos violentos– radicaba en la voluntad de los gobernados para que se convirtieran en “elementos de orden y factores de progreso”; en contraparte, los gobernantes debían asegurar las libertades necesarias para el cumplimiento de los destinos humanos.

La conclusión de Aragón sobre el hecho histórico resulta interesante, pues el positivismo no pone atención en quiénes son los hombres en el gobierno. Es decir, no le importa si es Porfirio Díaz o Francisco I. Madero. Lo verdaderamente relevante es buscar un nuevo equilibrio conforme a las condiciones del medio, más allá de quien estuviera al frente del gobierno.

Si el positivismo es un cuerpo de principios y no un programa de partido, si apoya todo lo que sostiene el orden social y todo lo que conserva el eterno espíritu de la fe religiosa, si predica la reverencia y la fidelidad, y si enseña a respetar las viejas instituciones humanas y a los hombres que las han defendido en los días de anarquía y de confusión, también reconoce la necesidad de los cambios radicales y los apoya y les presta el concurso de sus hijos convencidos.

A. Aragón (10 de septiembre de 1911). Revista Positiva

Agustín Aragón, ingeniero, maestro y escritor

Agustín Aragón, ingeniero, maestro y escritor.

En esta época de cambios, la historiografía se planteó interrogantes sustanciales. Ricardo García Granados publicó en 1910 su ensayo El concepto científico de la Historia, donde cuestiona ciertas ideas deterministas, como, por ejemplo, que el medio fija el carácter de los pueblos; rechaza la supremacía de una raza sobre otra, y considera un error sostener que las asociaciones humanas funcionaban de igual manera que los organismos animales. Con García Granados se asiste a una importante crítica al determinismo, pero sin abandonar el positivismo.

Por otra parte, miembros del Ateneo de la Juventud, como Antonio Caso y José Vasconcelos, emprendieron una crítica filosófica en contra del positivismo que, con el estallido revolucionario, dejó de ser la filosofía oficial. Para el historiador Álvaro Matute, en 1910 se inicia el proceso de desintegración del positivismo.

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2.2. El positivismo revolucionario

Durante muchos años existió la idea de que el positivismo porfiriano se encargó de educar exclusivamente a un grupo social con el propósito de formar cuadros dirigentes para el país. Sin embargo, la Revolución se encargó de demostrar que no era así, que el positivismo llegó hasta los lugares más recónditos del país, como la Villa de Ayala, en Morelos, para educar a los campesinos del lugar, los mismos que después tomarían las armas para luchar en contra de los hacendados porfiristas del estado.

Ese fue el caso del profesor rural y general zapatista Otilio Montaño, quien, basado en su positivismo evolucionista, da su visión sobre las causas del estallido revolucionario. Sostiene que la naturaleza está sometida a leyes que se encargan de mantener el equilibrio social. Cuando esa armonía se rompe, cuando las masas oprimidas protestan porque el gobierno ha envilecido el cuerpo de leyes que las rigen, entonces estalla la Revolución, que está plenamente justificada. Esta reacción en contra de la injusticia está acorde con el progreso de los pueblos, es una evolución en la búsqueda del equilibrio, “que los [sube] al nivel que la justicia, el derecho, la ley y la moral social exigen para satisfacer el capítulo de la libertad del hombre”. Paradojas de la historia, el coautor del Plan de Ayala, Otilio Montaño, es un positivista revolucionario.

“… así como las conmociones telúricas (cuyos fenómenos son del dominio de la sismología); sirven a la Tierra, para la expulsión de materias gaseosas, que, tendiendo a buscar su equilibrio, la sacuden desde sus entrañas hasta su superficie; así, las conmociones de carácter evolutivo, en la "sociedad humana", le imprimen sacudimientos, de necesaria significación, que la limpian de los elementos dañados, buscando nivelarla, para dejarla en aptitud de procurar el bienestar de todos sus miembros.

O. Montaño, El zapatismo ante la filosofía y ante la Historia, 1913

General Otilio Montaño

General Otilio Montaño

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2.3. El positivismo y la historiografía de la Revolución

Como se ha revisado, el positivismo siguió proporcionando elementos teóricos para explicar las causas que dieron origen a la lucha armada de 1910, más aún, bajo sus preceptos se produjo todavía buena parte de la historiografía de la época, la que tendría además un signo distintivo: estaba comprometida con la nueva realidad revolucionaria. Ese fue el caso de la obra de Roque Estrada: La Revolución y Francisco I. Madero, publicada en 1912 y considerada como la primera obra histórica sobre dicho episodio.

El autor nació en 1883 en Moyahua, Zacatecas. Estudió jurisprudencia y posteriormente se incorporó a la campaña electoral de Madero. A partir de su positivismo evolucionista, acorde con los postulados de Herbert Spencer, planteó que el régimen dictatorial empezó a perder su homogeneidad porque, sometido como todas las cosas a las leyes naturales, resultó lógico que “nuevas épocas trajeran nuevos hombres y nuevas energías”.

A la usanza de los axiomas positivistas que todavía en las primeras décadas del siglo XX permeaban las distintas esferas del saber humano y de la práctica política, Roque Estrada encontró el móvil de la historia en la sociedad y en el gobierno, vistos como elementos orgánicos. Asimismo, logró fundamentar que ambos aspectos son complejos en su conformación y funcionamiento, máxime cuando se trata de comprender la lucha que dio fin a una época tan emblemática como lo fue el porfiriato.

De esta manera, La Revolución y Francisco I. Madero es una obra cuyo marco teórico le permitió a su autor ofrecer a los lectores una explicación más objetiva de la rebelión de 1910, alejándose del sentido apologético en el que pudo haber caído a la hora de abordar el papel de Madero. Se empeñó en buscar “las causas generadoras del último movimiento insurreccional, el espíritu del movimiento, sus tendencias, sus factores político-sociales y su trascendencia para el porvenir de la Nación; así como presentar a sus hombres, con su carácter, sus cualidades y sus defectos”.

La revolución, siempre necesaria, no se contrae al hecho de tomar las armas y defender tales o cuales ideas, sino a la labor y al desarrollo de las necesidades individuales y cuando estas necesidades […] no se satisfacen de una manera pacífica, entonces la revolución apela a las armas.

R. Estrada (1912). La Revolución y Francisco I. Madero

Roque Estrada dirige la palabra al pueblo de Querétaro

Roque Estrada dirige la palabra al pueblo de Querétaro

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Actividad de aprendizaje

Para fortalecer tus competencias profesionales, realiza la siguiente actividad:


Actividad 3. Historiografía positivista de la Revolución

Propósito:
Analizar el texto de La Revolución y Francisco I Madero para identificar los postulados positivistas en la obra historiográfica de Roque Estrada.

Indicaciones:

  1. Lee el documento de Roque Estrada, La Revolución y Francisco I. Madero (primera etapa, páginas 1-32), y elabora un texto donde expongas los siguientes aspectos:
    • Las ideas positivistas del autor
    • Las diferencias entre las ideas positivistas presentes en la obra de Roque Estrada, y las ideas positivistas analizadas en la unidad anterior
  2. Las fuentes de consulta que utilices para elaborar la actividad deberán ser académicas, confiables y verificables, y deberás citarlas en estilo APA (consulta la Guía a la redacción en el estilo APA, publicada en la presentación de la asignatura).
  3. Guarda tu archivo en formato PDF, renómbralo con la siguiente nomenclatura: Primernombre_Apellidopaterno_Actividad3 y súbelo al espacio de tareas para que pueda ser retroalimentado por tu docente en línea. Para hacerlo, regresa a la página de inicio y da clic en el nombre de la actividad.

Esta actividad tiene un valor de 5 puntos sobre tu evaluación final. Revisa la rúbrica para que conozcas los criterios que se tomarán en cuenta para evaluar tu trabajo.

Nota: Es importante que, al elaborar tu actividad, cuides de no incurrir en plagio, de lo contrario, ésta será evaluada con una calificación de cero.

Da clic en el tema 2.4. En la búsqueda de un nuevo paradigma historiográfico para revisar el contenido.

2.4. En la búsqueda de un nuevo paradigma historiográfico

2.4.1. Los protomarxistas mexicanos

El panorama historiográfico en México empezó a cambiar debido a que el espíritu radical que envolvió a la época revolucionaria favoreció la adopción de nuevas corrientes de pensamiento, que no solo dieron sentido a la lucha de ciertos grupos insurrectos, sino que también brindaron nuevos elementos teóricos para la interpretación de los hechos históricos. Éste fue el caso del marxismo.

Luis Chávez Orozco, José C. Valadés, Rafael Ramos Pedrueza, José Mancisidor, Alfonso Teja Zabre y Miguel Othón de Mendizábal son conocidos como los protomarxistas, pues fueron los primeros en aplicar los conceptos de Carlos Marx a sus investigaciones sobre el pasado mexicano.

José C. Valadés Rocha, historiador, periodista, profesor y diplomático mexicano

José C. Valadés Rocha, historiador, periodista, profesor y diplomático mexicano.

Rafael Ramos Pedrueza, historiador, periodista y catedrático

Rafael Ramos Pedrueza, historiador, periodista y catedrático.

El interés de todos estos autores por hacer una interpretación histórica bajo los principios del socialismo científico los identificó como una generación que vivió y luchó contra las secuelas culturales que generó el movimiento armado de la Revolución de 1910, especialmente la disolución del positivismo.

Una característica fundamental de los primeros textos que produjeron estos hombres fue la falta de referencias precisas sobre los textos teóricos del marxismo, lo que no impidió que utilizaran conceptos como lucha de clases, revolución proletaria, modos de producción o imperialismo capitalista. Estas categorías sirvieron asimismo para dar una nueva interpretación de la historia; por ejemplo, Luis Chávez Orozco en su obra Historia económica y social de México asoció a la encomienda, producto de la Conquista española, con el modo de producción feudal. Él mismo concebía la tesis del desarrollo histórico a través de los cinco estadios: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo.

Otro rasgo importante de esta historiografía fue que se asumió como una guía para la acción revolucionaria porque conceptualizó la Historia en función de la transformación de la sociedad; para ello, se escribió y difundió una nueva interpretación del pasado en la cual las luchas sociales de clase eran el motor de la historia. Con ello se rompió la tradición individualista fomentada por el positivismo.

El aporte de este primer marxismo fue la introducción de los estudios económicos en la historiografía mexicana. Por ejemplo, Alfonso Teja Zabre escribió en su Breve Historia de México: “Las clases sociales se forman según su posición y sus funciones en el trabajo organizado de la producción económica”. A su vez, Rafael Ramos Pedrueza, en su obra Sugerencias revolucionarias para la enseñanza de la historia afirmó: “si se quiere colaborar en la obra revolucionaria, se precisa sustentar la enseñanza basada en su interpretación económica”.

Por lo que hace a la producción historiográfica, Luis Chávez Orozco publicó Documentos para la historia económica de México (1933-1936) en once volúmenes y Páginas de Historia Económica de México (1938).

Para profundizar en el tema de los protomarxistas mexicanos, consulta los siguientes textos.

En este artículo se presenta un análisis de las interpretaciones históricas que los protomarxistas dan a los héroes de la revolución mexicana, los cuales son exaltados por su honestidad, incorruptibilidad, nacionalismo y la defensa de las clases oprimidas.

CONSULTA

Rajchenberg S., E. (1994). Las figuras heroicas de la revolución en los historiadores protomarxistas. Secuencia.

En este artículo se examina el pensamiento de dos historiadores mexicanos que asumieron una postura teórico marxista en sus investigaciones. Se trata de los casos de Alfonso Teja Zabre (1880-1962) y Rafael Ramos Pedrueza (1879- 19431).

CONSULTA

Del Castillo Troncoso, A. (2001). Alfonso Teja Zabre y Rafael Ramos Pedrueza: dos interpretaciones marxistas en la década de los treinta. Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades.

En este breve escrito se describen las características de algunas publicaciones de Luis Chávez Orozco sobre la Historia económica e México.

CONSULTA

Bazant, J. (1967). Don Luis Chávez Orozco y la historia económica de México. Historia Mexicana, 16(3), 427-431.

Da clic en el subtema 2.4.2. La historiografía mexicana en transición para revisar el contenido.

2.4.2. La historiografía mexicana en transición

El estallido revolucionario de 1910 cuestionó las bases sobre las que se cimentó el país durante el porfiriato. Este espíritu renovador alcanzó a la Historia, tanto en su interpretación de los hechos históricos como en los preceptos teóricos que le dieron sustento.

En este sentido, el periodo de la Revolución mexicana resulta interesante en tanto que conviven las corrientes filosóficas tradicionales, como el positivismo, con nuevas propuestas como el marxismo. Es decir, son tiempos de transición.

Una obra representativa de dicho fenómeno es la de Alfonso Teja Zabre, Historia de México. Introducción y sinopsis. La biografía de México, publicada en 1933. El autor, asociado generalmente a los protomarxistas, hizo a un lado las estrechas definiciones para emprender una afanosa búsqueda de nuevos caminos que le ayudaran a la interpretación de los hechos históricos. Existía, a decir del autor, la necesidad de renovar los métodos y las formas de estudios históricos.

Alfonso Teja Zabre, historiador, abogado, político y diplomático mexicano

Alfonso Teja Zabre, historiador, abogado, político y diplomático mexicano.

Así, resulta novedoso para la historiografía de la época que Teja Zabre hable de la influencia de Albert Einstein en los estudios históricos, tomando como referencia su teoría de la relatividad, que resultaba “una maravillosa justificación de la multiplicidad armónica de todos los puntos de vista” (Matute, 2019, p.393).

Asimismo, llamaron su atención las enseñanzas de Sigmund Freud (padre del psicoanálisis) para la interpretación psicológica de la historia, “de consecuencias apenas esbozadas, pero con perspectivas infinitas”.

En esta búsqueda de herramientas para la renovación de la historia aborda también a Oswald Spengler, autor de La Decadencia de Occidente, a quien reconoce por haber resucitado con “resonancias poéticas y proféticas”, la idea de los ciclos históricos. Y cuando apenas en el medio intelectual mexicano se intenta entender a Marx y el materialismo histórico (como en el caso de los protomarxistas), Teja Zabre ya habla de que el marxismo no debía entenderse como dogma, sino revelar qué tenía dicha teoría de relativo, rectificado, falsificado o extraviado.

Da clic en el subtema 2.4.3. Panorama de la historiografía mexicana en 1945 para revisar el contenido.

2.4.3. Panorama de la historiografía mexicana en 1945

En 1945, el historiador Edmundo O’Gorman publicó un texto titulado Cinco años de Historia en México, en el que hace un recuento de la situación que guardaban los estudios históricos hasta ese momento.

Desde su perspectiva, un punto fundamental en la consolidación de los estudios históricos fue la creación de instituciones académicas que fomentaran dichos estudios, entre las que destaca la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, El Colegio de México, así como algunas sociedades e institutos de diversos partes del país.

Igualmente importante resultaron para este fin la realización de seminarios, cursos académicos regulares, los cursos de invierno para público en general que organizaba la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y los congresos mexicanos de Historia.

Parte medular de la actividad histórica de esos años fueron las publicaciones, tales como los boletines, las memorias, los folletos o las revistas. Dentro de la vasta producción escrita, O’Gorman destacó los libros de “aportación personal e interpretación” de historicistas como Justino Fernández, quien publicó Prometeo, Ensayo sobre Pintura Contemporánea, y del filósofo Leopoldo Zea, cuya obra El Positivismo en México: Nacimiento, Apogeo y Decadencia fue producto de las enseñanzas de su maestro José Gaos.

El exilio español en México

En julio de 1936 estalló en España una guerra civil que expulsó a cientos de españoles que encontraron refugio en México gracias a los empeños del presidente Lázaro Cárdenas. Entre los exiliados que arribaron a nuestro país se encontraba un grupo de intelectuales que vinieron a enriquecer el ambiente cultural y académico. Para ellos se fundó la Casa de España en México, que posteriormente se convertiría en El Colegio de México.

De entre los exiliados españoles destaca, por su importancia para la historiografía mexicana, el filósofo José Gaos, rector de la Universidad Central de Madrid y discípulo de José Ortega y Gasset, estudioso de las filosofías de la vida como del historicismo. A partir de sus influencias orteguianas, Gaos se adentra en la obra de Martin Heidegger para estudiar las cuestiones ontológicas, como el ser de los hechos históricos. Prueba de dicho interés es el curso que imparte en la Universidad Nacional para explicar la obra El Ser y el Tiempo de Heidegger.

Para adentrarse más en el tema, de acuerdo con el filósofo Ramón Xirau, la frase “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo” de Ortega y Gasset nos brinda la posibilidad de acercarnos a aspectos importantes de su filosofía, uno de ellos, el perspectivismo, que implica una relación netamente humana entre el hombre (el yo) y el universo (la circunstancia) y supone que cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad y, por lo tanto, su propia parte de verdad. Al margen de lo anterior está la razón vital, o vitalismo, que es la interrelación del hombre con la realidad, no como una cosa dada, sino que se va construyendo. La vida, entonces, es lo que vamos haciendo. Así, la razón vital se vuelve historia porque el hombre mismo es histórico, de ahí el aserto de Ortega: “El hombre no tiene naturaleza, tiene historia”.

De las cátedras de José Gaos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM egresaron destacados filósofos como Leopoldo Zea e historiadores como Justino Fernández y Edmundo O’Gorman.

José Ortega y Gasset, ensayista y filósofo

José Ortega y Gasset, ensayista y filósofo.

José Gaos, filosofo y catedrático español

José Gaos, filosofo y catedrático español.

Consulta los siguientes recursos para conocer más sobre la historiografía mexicana de 1945.

Este artículo repasa el tránsito que vivió la historiografía mexicana del siglo XX, de los años treinta a los años cincuenta. De una historia ideologizada –creadora de conciencias e identidades "revolucionarias" nacionalistas– pasó a ser una historia con mayores pretensiones científicas y filosóficas, en medio de diversos ajustes políticos, económicos, sociales y, sobre todo, culturales.

CONSULTA

Pérez Montfort, R. (2013). Representación e historiografía en México 1930-1950. "Lo mexicano" ante la propia mirada y la extranjera. Historia Mexicana.

Aquí se aborda el pensamiento y las obras historiográficas de Edmundo O’Gorman.

CONSULTA

Hale, Ch. A. (2000). Edmundo O’Gorman y la Historia Nacional. Signos Históricos.

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2.5. El historicismo

2.5.1. Crisis y porvenir de la ciencia histórica

La Imprenta Universitaria publicó Crisis y porvenir de la ciencia histórica de Edmundo O’Gorman en 1947. Dicha obra fue la crítica más severa –hasta ese momento– a la historiografía cientificista que se había cultivado en México desde el último tercio del siglo XIX y que se asociaba al positivismo. O’ Gorman, adscrito a la corriente historicista-vitalista, criticaba que se quisiera hacer de la historia una ciencia al igual que lo eran las naturales: mediante la “ley mágica de la imitación” se buscó dotar a las verdades historiográficas de la cientificidad de la que carecían para así ganar la “confianza” y el obligado “asentimiento universal”.

Bajo esta óptica, la Historia se había ocupado únicamente en narrar los hechos y mostrar lo que verdaderamente sucedió. Esta situación promovió asimismo “la pasión amorosa por la verdad pura”, en donde sólo lo comprobable era verídico. Por otra parte, criticaba que se considerara a la historia como aquello que había pasado (según la fórmula del historiador alemán Leopold Von Ranke) de lo que se concluía que, si el pasado no tenía ninguna influencia sobre nuestras vidas, entonces “la absoluta imparcialidad es posible”. O’Gorman, el vitalista, no estaba de acuerdo con la postura de Ranke, quien “pide al historiador que deliberadamente asesine sus intereses, sus preferencias, sus pasiones, sus simpatías, sus deseos y sus juicios personales” (O’Gorman, 2006, p. 58).

Para O’Gorman resultaba claro que la historia no era como las ciencias naturales y que la operación imitativa a la que estuvo expuesta impidió una genuina reflexión especulativa, eso es, comprender ontológicamente la realidad histórica. Había que analizar el pasado como una parte constitutiva de la estructura de la vida humana; el hombre debía reconocerse en el pasado, hacerlo suyo. Entonces, la historia se abría a las infinitas posibilidades de la existencia humana.

Edmundo O’Gorman, historiador y filósofo

Edmundo O’Gorman, historiador y filósofo.

Crisis y Porvenir de la Ciencia Historica

Crisis y Porvenir de la Ciencia Historica

¿Qué es la ontología?

Por un lado, se concibe como ciencia del ser en sí, del ser último o irreductible, de un primer ente en que todos los demás consisten, es decir, del cual dependen todos los entes. […] Por otro lado, la ontología parece tener como misión la determinación de aquello en lo cual los entes consisten y aun de aquello en que consiste el ser en sí.

José Ferrater Mora (2010), Diccionario abreviado de filosofía.

El ejemplo más claro del cuestionamiento ¿qué es el historicismo?, contrariamente al simple “¿cómo sucedió?” de la historiografía cientificista, lo da O’Gorman cuando se planteó ¿qué fue el descubrimiento de América? La respuesta giró en torno a revelar el ser del Nuevo Continente, que, de acuerdo con su punto de vista, era una invención porque no existía para el mundo occidental al momento en que Cristóbal Colón arribó a las tierras nuevas. Así, el aporte de O’Gorman está en la interpretación de los hechos históricos, contrariamente a los historiadores cientificistas que creían que su contribución a los estudios del pasado estaba en la acumulación de documentos.

En los siguientes textos podrás identificar algunos aspectos de importancia sobre el historicismo en la historiografía mexicana.

En este documento, el autor presenta una sistematización sobre la génesis, desarrollo y contenidos del método historiográfico desarrollado por O’Gorman.

CONSULTA

García Dávalos, L. A. (2007). La reinvención de la historia o las condiciones, posibilidades y método de una historia enraizada en una filosofía: Edmundo O’Gorman por José Gaos. EN-CLAVES del pensamiento.

El artículo trata de mostrar cómo el objetivo de O’Gorman –llevar a cabo una fundamentación filosófica para explicar en qué consiste el conocimiento historiográfico, en cuanto tal conocimiento, y llegar así a una determinación de sus supuestos– descansa en una reflexión de tipo fenomenológico, tal y como se encuentra expresada tanto en la obra de Martin Heidegger como en la de Edmund Husserl.

CONSULTA

Fernández Castro, R. (2016). Edmundo O’Gorman y la fundamentación fenomenológica de la ciencia de la historia en Crisis y porvenir. Historia y Grafía.

Da clic en el subtema 2.5.2. Fantasmas en la narrativa historiográfica para revisar el contenido.

2.5.2. Fantasmas en la narrativa historiográfica

Una prueba fehaciente del historicismo vitalista de Edmundo O’Gorman es su alocución Fantasmas en la narrativa historiográfica, que leyó en el salón de actos de la Universidad Iberoamericana en la ceremonia de recepción del Doctorado Honoris Causa en Humanidades, el 4 de octubre de 1991, en la Ciudad de México. He aquí un fragmento:

Quiero una imprevisible historia como lo es el curso de nuestras mortales vidas; una historia susceptible de sorpresas y accidentes, de venturas y desventuras; una historia tejida de sucesos que así como acontecieron pudieron no acontecer; una historia sin la mortaja del esencialismo y liberada de la camisa de fuerza de una supuestamente necesaria causalidad; una historia sólo inteligible con el concurso de la luz de la imaginación; una historia-arte, cercana a su prima hermana la narrativa literaria; una historia de atrevidos vuelos y siempre en vilo como nuestros amores; una historia espejo de las mudanzas, en la manera de ser del hombre, reflejo, pues, de la impronta de su libre albedrío para que en el foco de la comprensión del pasado no se opere la degradante metamorfosis del hombre en mero juguete de un destino inexorable.

Edmundo O’Gorman (1991). Fantasmas en la narrativa historiográfica.

Tomando en cuenta tu experiencia con la historia, reflexiona sobre las siguientes cuestiones: ¿crees posible un acercamiento liberador como el que propone O’Gorman? ¿Qué ventajas tendría enseñar una historia como ésta? ¿Cuáles serían las dificultades?

Da clic en el tema 2.6. El materialismo histórico para revisar el contenido.

2.6. El materialismo histórico

2.6.1. El materialismo histórico en el contexto mexicano de los años sesenta

Acerca del materialismo histórico, una definición:

Engels aplicó este nombre al canon de interpretación histórica propuesto por Marx, que consiste en reconocer a los factores económicos (técnicas de trabajo y modos de producción, relaciones de trabajo y fuerzas productivas) un peso preponderante en la determinación de los acontecimientos históricos. El supuesto de este canon es el punto de vista antropológico defendido por Marx, según el cual la personalidad humana está constituida intrínsecamente (o sea en su misma naturaleza) por las relaciones de trabajo y de producción que el hombre adquiere para hacer frente a sus necesidades. Por estas relaciones, la conciencia del hombre (o sea sus creencias religiosas, morales, políticas, etcétera) es más bien un resultado que un supuesto […] De este modo, la tesis del materialismo histórico es que las formas que la sociedad adquiere históricamente dependen de las relaciones económicas que prevalecen en una fase determinada de ella.

Nicola Abbagnano (1961). Diccionario de filosofía.

A partir de los años cincuenta del siglo XX, el régimen político emanado de la Revolución mexicana empezó a dar síntomas de agotamiento, hecho que se agudizó durante las décadas de 1960 y 1970, cuando diversos conflictos sociales, como el movimiento estudiantil de 1968, marcaron definitivamente la ruptura. Esta situación tuvo repercusiones en casi todos los aspectos de la vida nacional, incluyendo la visión que se tenía sobre la historia y las ciencias sociales. Así, los científicos sociales redescubrieron la utilidad del materialismo histórico como herramienta explicativa de la realidad.

Para la plena adopción de la teoría marxista de la historia se contó con un ambiente cultural propicio, aunque resultó fundamental el apoyo de las instituciones académicas. El Dr. Alfredo López Austin recordaba que hacia 1969, año en que inició sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, ya existía una corriente marxista encabezada por el maestro del exilio español Wenceslao Roces. Por su parte, el Dr. Antonio García de León rememoraba que había leído en la primaria la Historia de México del protomarxista Luis Chávez Orozco y que durante sus estudios en la Escuela de Antropología vivió junto con su generación “una creciente influencia del marxismo”. Asimismo, el Dr. Arnaldo Córdova relató que se adhirió al marxismo a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, volviéndose radicalmente crítico a la historiografía burguesa.

Además, a diferencia de los esfuerzos de los autores protomarxistas, para la segunda mitad del siglo XX, ya se contaba con la traducción y difusión de los textos fundamentales del marxismo; por ejemplo, Wenceslao Roces, estando ya en México, tradujo El Capital de Carlos Marx.

De esta manera, la teoría marxista abordó y explicó el devenir humano sobre la fundamentación de una base económica. Es decir, se trata de una explicación crítica, desde sus antecedentes, del desarrollo del sistema capitalista. Bajo esta nueva óptica desarrollaron estudios sobre las sociedades prehispánicas Alfredo López Austin, Roger Bartra y Gilberto López Rivas; Enrique Semo, sobre el periodo virreinal; Sergio de la Peña y Alonso Aguilar, sobre la Independencia y la Reforma, respectivamente, y Juan Felipe Leal, Adolfo Gilly y Arnaldo Córdova, sobre el Porfiriato y la Revolución. Politólogos, economistas, sociólogos, antropólogos e historiadores expusieron las transformaciones de la estructura económica mexicana a través de las luchas e intereses de clase.

Para la historiadora Andrea Sánchez Quintanar, la historiografía marxista debe ser capaz de analizar la realidad humana y jugar un papel liberador al demostrar sus planteamientos teóricos en el terreno de la práctica como acción revolucionaria. En este sentido, reconoce que lo más significativo para esta nueva generación de historiadores marxistas fue que plantearon la correspondencia entre el modelo teórico y la realidad, donde el acontecer humano era la base, es decir, la comprobación práctica de una conceptuación teórica.

Movimiento estudiantil de 1968

Movimiento estudiantil de 1968

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2.6.2. El materialismo histórico y su interpretación de la Revolución

Como ya se dijo, la ruptura que el movimiento del 68, así como otros cuestionamientos a las formas tradicionales de poder que ocurrieron en los años posteriores, favorecieron el cambio en los paradigmas teóricos de las ciencias sociales.

En el ámbito de la historiografía, jóvenes historiadores revitalizaron los estudios sobre la Revolución. En palabras del Dr. Álvaro Matute:

Después de 1968 hubo un cambio radical en las preguntas acerca de la Revolución. Todavía en los sesenta, la obsesión era establecer la naturaleza revolucionaria del movimiento, su radicalidad y su clase o filiación. Se discutía si era burguesa o social y, por lo general, se partía de esquemas más o menos rígidos a la vez que simplistas (2005, 55).

En este contexto se ubican interpretaciones como las de Enrique Semo, quien en su artículo “Reflexiones sobre la revolución mexicana” da su versión de los hechos bajo los preceptos de un marxismo crítico. El autor señala que la “mistificación” del movimiento armado impidió su comprensión y “utilización para el desarrollo de una conciencia proletaria en México”, lo cual se reflejó en el hecho de que se ocultó el carácter de clase de la revolución y sus contradicciones internas; además, de que se había presentado como una revolución burguesa permanente y un hecho histórico donde los protagonistas son los héroes y gobernantes, y no el pueblo.

Por otro lado, define a la Revolución mexicana como democrático-burguesa, ya que se inscribe en la problemática del desarrollo del capitalismo. De hecho, considera que la única manera “científica” de estudiar la Revolución es como parte de un ciclo de revoluciones burguesas “que inicia con la transición de nuestro país al capitalismo y que termina en el momento en el cual la burguesía mexicana pierde toda reserva revolucionaria”. Sostiene que, si bien en la lucha armada participan otros actores más radicales (como los magonistas, villistas o zapatistas), éstos no le impregnan el “carácter” a la revolución “porque en ningún momento logran dirigirla”; igualmente considera que una de las limitaciones fue la ausencia de un “proletariado suficientemente consciente”, que radicalizara a la Revolución y así impidiera los retrocesos en el ámbito de las reivindicaciones sociales. El motor de la historia de México –según Semo– era la lucha de clases.

Las soldaderas durante la Revolución

Las soldaderas durante la Revolución

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2.6.3. Adolfo Gilly y la Revolución interrumpida

Adolfo Gilly nació en Buenos Aires, Argentina, en 1928. Se le puede considerar como uno de los intelectuales más representativos del marxismo en México, corriente que tuvo su auge cuando Gilly era militante del Partido Revolucionario Trotskista, así como de la IV Internacional, es decir, alrededor de la década de los años sesenta del siglo pasado. En abril de 1966 fue encarcelado por su activismo político en la prisión de Lecumberri. A partir de ese momento y hasta 1970, se dedicó a escribir su libro La Revolución Interrumpida, bajo los preceptos de la revolución permanente del ruso León Trotsky. Siguiendo nuevamente al Dr. Álvaro Matute:

Gilly puso el acento en los factores campesinos y en sus expresiones y realizaciones. El libro es especialmente atinado en el tratamiento de zapatistas y villistas. Con una prosa clara, atractiva, se ganó a los lectores, que con su libro sustituyeron el oficialismo izquierdista de Don Jesús Silva Herzog y el stalinismo también oficializante de José Mancisidor, cuya solemnidad ya no atraía al público lector. Éste requería una obra crítica que hiciera justicia a una memoria histórica más acorde con el mito. Las explicaciones brillantes y sagaces de Gilly lo conquistaron (2005, p. 58).

Adolfo Gilly

Adolfo Gilly

La interpretación trotskista de una revolución interrumpida y permanente señala que los objetivos de la Revolución mexicana van más allá de la conquista de la tierra. La revolución cuestiona el derecho de propiedad y busca, en la lucha, el ejercicio del poder a través de medidas anticapitalistas, las cuales no se lograron concretar en el papel, pero sí en la práctica. Para Gilly, la continuidad de la revolución está en la intervención dirigente del proletariado con un programa y un partido donde los obreros y campesinos se vislumbren como aliados.

La revolución interrumpida es la historia de la Revolución mexicana desde el punto de vista de sus protagonistas: las masas mexicanas. Gilly circunscribe a la Revolución mexicana y a todos aquellos movimientos armados que, de acuerdo con la concepción del materialismo histórico, se desarrollan en la etapa de la dominación del capitalismo, como parte de una revolución mundial. Los pueblos participan, con sus particularidades y sin saberlo, en un proceso mayor.

La obra de Adolfo Gilly es, pues, la exposición y desarrollo de la concepción materialista de la Revolución mexicana. Una exposición que, asegura el autor, es compartida de manera empírica por las masas mexicanas (obreros, campesinos) y aun por la pequeña burguesía antiimperialista de ideas socialistas (técnicos, maestros, profesionistas, intelectuales, estudiantes, militares, oficinistas) a través de su propio lenguaje: corridos, símbolos, murales, entre otras expresiones.

El estado de la cuestión como herramienta de conocimiento

Una de las herramientas que se desarrollan a partir del análisis de la historiografía publicada sobre un tema, periodo, proceso, espacio o época es el balance historiográfico o estado de la cuestión.

La integración de este recurso analítico permite ponderar los hallazgos de fuentes bibliográficas o hemerográficas que se encuentran disponibles para abordar un tema histórico. En el ámbito de la enseñanza de la historia permite evaluar los datos y las fuentes con que se propiciará la construcción del conocimiento histórico entre los educandos.

Para saber más sobre las características de un estado de la cuestión, consulta los siguientes recursos:

En este documento, se presenta un estado de la cuestión sobre las fuentes bibliográficas para la Historia existentes en Internet y su tipología: principales catálogos virtuales, ediciones electrónicas de libros y repositorios de documentos, directorios de revistas impresas y electrónicas, así como las principales bases de datos historiográficas tanto generales como especializadas por épocas y temas.

CONSULTA

Rubio Liniers, M. C. (2006). Fuentes bibliográficas para la Historia en Internet. Estado de la cuestión. HISPANIA. Revista Española de Historia.

El siguiente artículo tiene como finalidad aportar algunas pautas para la elaboración de un estado de la cuestión en los diseños de investigación dentro del campo de la educación.

CONSULTA

Esquivel Corella, F. (2013). Lineamientos para diseñar un estado de la cuestión en investigación educativa. Revista Educación.

Has concluido la revisión de los temas de la segunda unidad, por lo que, para potencializar tus conocimientos respecto a la historiografía mexicana en el siglo XIX, realiza la siguiente actividad.

Da clic en la Actividad de aprendizaje para realizar la actividad.

Actividad de aprendizaje


Actividad 4. El materialismo histórico y su interpretación de la Revolución

Propósito:
Analizar la obra historiográfica de Adolfo Gilly y Alfonso Teja Zabre para exponer sus discrepancias y coincidencias en torno al marxismo.

Indicaciones:

  1. Revisa los siguientes textos:
    • Gilly, A. (2015). Tres concepciones de la revolución mexicana. En E. Concheiro Bórquez et al., Antología del pensamiento crítico mexicano contemporáneo (pp. 67- 81). Argentina: CLACSO. Colección Antologías del Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño.
    • Teja Zabre, A. (1935). Breve historia de México. México: Secretaría de Educación Pública.
  2. A partir de las lecturas propuestas, elabora un cuadro comparativo donde expongas las discrepancias y coincidencias de los autores en torno a su marxismo.
  3. Las referencias de los textos y material que se consultó para la actividad deberán citarse en estilo APA (consulta la Guía a la redacción en el estilo APA, publicada en la presentación de la asignatura).
  4. Guarda tu archivo en formato PDF, renómbralo con la siguiente nomenclatura: Primernombre_Apellidopaterno_Actividad4 y súbelo al espacio de tareas para que pueda ser retroalimentado por tu docente en línea. Para hacerlo, regresa a la página de inicio y da clic en el nombre de la actividad.

Esta actividad tiene un valor de 10 puntos respecto a tu evaluación final. Revisa la rúbrica para que conozcas los criterios que se tomarán en cuenta para evaluar tu trabajo.

Nota: Es importante que, al elaborar tu actividad, cuides de no incurrir en plagio, de lo contrario, ésta será evaluada con una calificación de cero.

Da clic en la Evidencia de aprendizaje para realizar la actividad.

Evidencia de aprendizaje

Es usual pensar que los historiadores trabajan con el pasado y por esa razón deben acudir a fuentes del pasado para lograr comprender qué pasó. Para ello, tienen que acercarse al pasado a través de la lectura crítica de las fuentes primarias. Vale la pena mencionar que el trabajo del historiador no sólo se ubica en el pasado, sino también en el presente; así que realizar análisis de fuentes primarias, puede ayudar a comprender de una manera crítica textos publicitarios, discursos políticos, noticias, entre otros.

Para ejercitar tus competencias como historiador, realiza la siguiente actividad, donde harás un análisis de fuentes primarias.


Evidencia de aprendizaje. Análisis historiográfico de fuentes primarias

Propósito:
Analizar una fuente primaria relacionada con un tema de Historia para identificar el contexto donde se escribió, la metodología que siguió el autor, sus fuentes de apoyo, así como la corriente historiográfica presente en la obra.

Indicaciones:

  1. Selecciona una fuente primaria relacionada con un tema histórico y elabora su ficha bibliográfica (es importante anotar los datos completos del texto).
  2. Redacta un texto donde presentes el análisis historiográfico de tu fuente. Debes tomar en cuenta los siguientes aspectos: época que trata, la región que estudia, los personajes que aparecen en el texto, el momento en que se escribe la obra, qué tipo de fuentes (primarias o secundarias) utilizó el autor, qué preguntas le hizo a las fuentes, cuáles fueron las razones del autor para realizar ese estudio histórico, qué ocurría en el mundo cuando escribió su obra, qué aspectos de su entorno influyeron en la visión que tiene de la historia, cuáles son los móviles en la explicación de los hechos, qué enfoque utilizó, qué metodología empleó y si se identifica con una escuela o corriente historiográfica.
  3. Las fuentes de consulta que utilices para elaborar la actividad deberán ser académicas, confiables y verificables, y deberás citarlas en estilo APA (consulta la Guía a la redacción en el estilo APA, publicada en la presentación de la asignatura).
  4. Guarda tu archivo en formato PDF, renómbralo con la siguiente nomenclatura: Primernombre_Apellidopaterno_EA_U2 y súbelo al espacio de tareas para recibir retroalimentación por parte de tu docente en línea. Para hacerlo, regresa a la página de inicio y da clic en el nombre de la actividad. No olvides integrar la Declaratoria de No al plagio.

Esta actividad tiene un valor de 20 puntos respecto a tu evaluación final. Revisa la rúbrica para que conozcas los criterios que se tomarán en cuenta para evaluar tu trabajo.

Nota: Es importante que, al elaborar tu actividad, cuides de no incurrir en plagio, de lo contrario, ésta será evaluada con una calificación de cero.

Da clic en Fuentes de consulta para revisar las fuentes.

Fuentes de consulta

Básica

Complementaria

Recursos multimedia

  • Grado Cero (7 de junio de 2015). La teoría de la Historia en México (1940-1968), una conversación con el Dr. Álvaro Matute. [Archivo de video]. Recuperado de
    https://youtu.be/XTg2ZYhvFTI
  • Plano Informativo SLP (23 de noviembre de 2012). Edmundo O'Gorman - Isabel Monroy Castillo. [Archivo de video]. Recuperado de
    https://youtu.be/Ap1CmNoR_sc